Me resisto
/ a que se vayan de mi recuerdo,
/ los picapedreros.
/
/ De aspecto extraterrestre.
/ Gafas redondas, con protectores laterales.
/ Un sombrero de hierro cubriendo su cabeza.
/ Gabardinas o abrigos, herméticamente cerrados,
/ a modo de escudo,
/ y un martillo o maza pequeña
/ con un mango de madera de dos metros de largo.
/
/ Se pasaban los días y las horas muertas,
/ partiendo, a porrazo seco y limpio,
/ montones de piedras de grija de los ríos.
/
/ Una vez triturados artísticamente
/ todos los cantos,
/ sus trozos servían de cimiento y firme,
/ a todas las carreteras de Tierra de Campos,
/ durante los años cincuenta.
/
/ Me resisto,
/ porque al contrario que mis amigos de la infancia,
/ que soñaban con los cantantes de rock,
/ y admiraban a las figuras del futbol,
/ yo veneraba incondicionalmente,
/ como solo los niños saben hacerlo,
/ la estampa de los picapedreros.
/
/
/ del poemario.
/ País de poetas, primorosamente postrados .
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