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Poema De Joel Fortunato Reyes Pérez: Babélica Hibernación

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BABÉLICA HIBERNACION / __Autor: JOEL FORTUNATO REYES PEREZ / / Hacía un calor de nostalgia por el frío en el yerto cristal / qué había olvidado olvidar sobre el hielo supersticiosamente / remunerado cómo velas de la fortuna con el humo de cera, / pero una llovizna invisible disfrutaba alargando la nieve de / limón en el salón lleno de gente... Es un hombre extraño / inventando el amanecer oyendo a cualquier otra persona, / por la prisa de sus dedos y su imaginación algodonosa / caminando en las manchas sonoras de sabores encantados. / / En aquellos días remotos el color de los automóviles era sobrio, / de un color negro intenso, terminado en tricapa con un juego / de franjas laterales rojas, que corren a lo largo de los costados / y la defensa trasera con frecuencia cromada, en algunos, en otros / los altoparlantes se localizaban sobre las puertas, pero a él nada / de eso le importaba... / Pues, a veces transcurren siglos comprimidos en unos simples años, / y se le atribuyen poderes de barrer un tapete lubricado bajo el césped / azulado sin sentir miedo al sol fresco encendido por un camaleón... / Aunque he de confesar qué a veces siento ligeras dudas al tratar de / entenderlo, y desmadejar el misterio de las circunstancias... / Sobre todo porqué tiene en la espalda una etiqueta qué imagino / no sea una medusa real durante un rato inundado por las campanas / qué suenan a lo lejos, en la rueda de los perdones más profundos en / las fugaces fiebres qué irisa por ser dueño de tantas cosas en las voces / de las sombras pródigas joyas arcanas... / / Cómo el año pasado, apareció demasiado tarde, y nada ganaba de leer / bastante bien situado en la esquina de un parque dibujando un arañazo / en el semáforo descompuesto por el veneno de un bache qué cortó su / parte delantera, incluyendo plataforma y túnel central dónde había colocado / el cableado necesario bajo el cofre qué dejó en la llanta de refacción... / Puedo decir, sin arrogancia, qué con frecuencia fabrica sus ideas al cruzar / un arroyo calculando el precio de un periódico viejo en la basura al dar la / vuelta sin comprar las pastillas y tragarlas... Esa vida le gusta sobre todo, / después de reponerse completamente del aparador en la blancura de sus / manos con alargadas uñas bañadas por el sol ardiente, y un balde de agua / fría colgado de un balcón en el preciso momento qué pasaba sobre él una / paloma semidesnuda, y antes de correr las burbujas hacia las coladeras. / Un perro corría con la velocidad de una tortuga en la livianidad pervertida, / por la desilusión de una poderosa locomotora, y el desenfreno pasajero / de los hechizos a medias entre unas nubes ferroviarias... / En las cercanías una bicicleta sonreía surcando el cielo tenuemente por / sus resecos tirantes, y rechinaban unos niños atrapados en una panatalla. / Una vez otro hombre le dió incienso sin descifrar las muecas de su cara / reduciendo el círculo al dolor de la calle en el bronce de las almas descuidadas / por los vicios de la plata derretida , y la mirada perezosa apasionada por las / flores salvajes, y el miedo al naufragio de una gota, modesta y obstinada en secarse... / / Así vivió el último siglo cambiando de una profesión a otra; Adornaba hojas cada / otoño por el amarillento suelo lustroso en opinión de las penas y los sonrojos, / y una lágrima asomaba asustada de vez en cuando por alguno de sus ojos, luego / cambiaba de oficio pasándose de un extremo a otro de la calle, y temblando de / lujuria estrenaba nuevos trajes entre lujosos autos preguntándoles: ¿ Cuánto vales ? / Siendo muchas veces el héroe de las pistas y el toreo efectivo a media calle. / Reconciliado con el polvo decidió un buen día regalar su demencia al ritmo bárbaro / del mercado sin dinero ni verdura... Bueno, digamos, con más exactitud, por la / vecindad alucinada de las últimas verdades metafísicas, dónde todo se compra y / se vende, incluso insignificantes idiocias de bolsillo lleno de hambre gloriosa, y el / mismo apetito ensordeciendo a la pobreza fabulosa de un rascacielos harto de la / mantequilla con su silencio alambrado... Felíz, sentado en un rincón, abandonando / el aliento prestado, y sin sufrir mucho el medio suicidio comprado en cómodos / abonos qué nunca dejó de pagar durmiendo en cualquier calle, y sin molestar al / desprevenido pavimiento... En el mayor frío de la historia reconstruyó la mítica torre... / / ___Autor: JOEL FORTUNATO REYES PEREZ / / Todos los derechos de „BABÉLICA HIBERNACION“ pertenecen a su autor (Joel Fortunato Reyes Pérez). / Ha sido publicado en e-Stories.org a solicitud de Joel Fortunato Reyes Pérez / Publicado en e-Stories.org el 17.04.2013

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