Después de tener una discusión casi trágica con la balanza
/ Opté por darle distancia,
/ allí justo en lo más alto la abandoné a su destino
/ Antes de salir le dirigí a la imagen del espejo
/ una mirada de esas que solo la rabia profunda
/ del que no esta a gusto con si mismo puede ofrecer
/ Para reconocer al instante que la culpa de todo
/ la tiene únicamente ese estómago goloso
/ que con unos gruñidos de oso hambriento
/ se revuelca mil veces como niño malcriado
/ en el supermercado, para luego reírse
/ gustoso de la angustia reflejada en mi rostro
/ ¿Cómo se puede pasar con tanta facilidad de un small
/ A un large? Pregunte a la vendedora que su ironía
/ se le escapaba en pequeñas risitas
/ Son los chinos, que solo saben hacer ropas de su tamaño
/ Dice mi madre, que aprovecha cualquier ocasión para gritar
/ esto también es chino como si fuera un gran descubrimiento
/ Me rio, y tomo un helado que me llena de felicidad culposa
/ Y a mi ex-amiga, esa balanza digital, también made in china
/ La devuelvo a su lugar con una disculpa casi novelesca
/ Pero realmente verdadera:
/ no sos vos, soy yo
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