Si tu pudieras...
/ erguir la vista al cielo mirando al infinito y en un esfuerzo extremo abrir bien los pulmones
/ al aire fresco, puro y limpio de la sierra, verde esperanza, blanca de nieve, sin contaminaciones.
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/ Si tu pudieras...
/ dar con la puerta en las narices a esos revendedores de sueños imposibles que cada día, sin permiso, se introducen en tu casa,
/ gente de medio pelo, sabuesos, vividores y hasta presentadores, que te desprecian y lanzan su señuelo y en cambio viven de ti que eres la masa.
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/ Si tu pudieras...
/ conservar tu cabeza lúcida cuando todos a tu alrededor la pierden y te colman de alabanzas o reproches,
/ obviar las opiniones, huir del laberinto que forman los profetas, de púlpitos santones, aduladores, embaucadores, falsos predicadores.
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/ Si tu pudieras...
/ en un esfuerzo casi imposible aislaste de todo lo que en el mundo te rodea que no te quiere o entiende e intenta impedirte que puedas elegir,
/ evitar las tentaciones de ruidos, ronroneos y susurros de gorrones que te intentan seducir, sin dejarte influir.
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/ Si tu pudieras...
/ pasar de las soflamas de aquellos que se dicen gobernantes de la gente, que a sí mismos pomposamente se autoproclaman salvadores,
/ objetos de traiciones, sujetos de luchas intestinas, parásitos, sabuesos, impostores, obsesos manipuladores, rehenes de su propias ambiciones.
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/ Si tu pudieras...
/ mirarte en el espejo cada día y verte guapo o guapa y dar un salto de alegría, y a su vez rascar en el reverso del cristal y observar como tu faz desaparece
/ como por arte de magia, volver a la realidad, de tus luces y tus sombras, y descubrirte a ti y sólo a ti y olvidarte del resto de la gente.
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/ Si tu pudieras...
/ soñar sin que los sueños te dominen o fagociten tu capacidad de pensamiento, poder compaginar en un solo momento
/ los sueños, ilusiones, esperanzas, deseos de vivir y convivir con los razonamientos.
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/ Si tu pudieras...
/ encararte a partes iguales con el triunfo y el fracaso, dando el mismo trato a ambos impostores, si fueras capaz de echarles un pulso a cara o cruz,
/ y volver a empezar una y mil veces con la misma ilusión que el primer día observando fijamente la rendija por donde entra la luz.
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/ Si tu pudieras ser tu y sólo ser tú...
/ si todo esto tu pudieras, habrías, por fin, ganado noblemente la guerra de la vida y, al final de esta batalla,
/ descubrir el placer del triunfo personal y disfrutar de todos los manjares que da la libertad de aquel que no mira al tendido, come y calla..
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