Como un pedazo de alma de Quimbayas
/ sentimientos de recuerdos Cartagueños
/ nace a nuestra Colombia bella.
/ dadiva de Antioqueños y Caldenses
/ una Pereira grande, tan grande
/ como el pensamiento de sus gentes.
/
/ Bandera de recuerdos, marcha triunfal hacia el futuro,
/ como una muestra de tierra montañés.
/ Remigio Antonio Cañarte, Francisco Pereira Martínez,
/ así como José Maria Hormaza y Don Elías Recio
/ los primeros pasos del Pereirano y su orgullo.
/
/ Pequeños ranchos de paja, una capilla con 78 esperanzas
/ dan fe del arraigo de la dominación española,
/ de la vieja Colombia su estampa.
/ Ellas, primeras gotas en el crecer de nuestra historia,
/ hoy solo recuerdos impávidos en muy pocas mentes Pereiranas.
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/ Dos lagrimas: El rió Atún y rió Consota,
/ dos riveras nuestras aguas.
/ Dosquebradas, Santa Rosa, Marsella, la Virginia,
/ Balboa, Salento, Filandia, municipios en conjunto
/ Para formar a Risaralda y acompañarla.
/ Cartago, Alcalá, Anserma Nuevo, municipios del valle,
/ nuestras tierras aledañas.
/ Geografía al portento de Pereira, cual pedazo de montaña.
/
/ Desde una pequeña economía, hasta el sin igual cafeto;
/ desde una pequeña aldea hasta un gran edificio en el comercio;
/ desde una tribu indígena, hasta unos Marulandas en recuerdo;
/ desde una familia humilde, en uno de sus barrios marginados,
/ con sus un y mil sufrimientos;
/ hasta los mismos Mejías y Trujillos
/ señores y soberanos de nuestro pueblo,
/ hacen llamar a Pereira; la ciudad de los pasos gigantes
/ ante lo arduo del progreso.
/
/ Hoy se ensalza la cultura, la educación,
/ las grandes obras;
/ todo cual elitista avance manipulador;
/ que hacia el moderno mundo va marchando.
/ Hoy todo es derroche de fiestas y folclores,
/ familias con sus privilegios danzando;
/ alabanzas de mil fotos en colores,
/ periódicos sonrientes
/ y hermosas letras de escribanos;
/ siempre los festines a lo grandioso,
/ quedando atrás lo que se mancilla,
/ el dolor de pueblo sin un justo vocablo;
/ ocultado grotescamente,
/ tras un maquillaje elitista e insano.
/
/ Ya son muchas obras por las que Pereira ha luchado:
/ bellos barrios residenciales, coliseos, estadios;
/ todo el cortejo de un gran comercio, políticos,
/ grandes señores, todos como el oro están brillando.
/ Hay también barrios tristes,
/ los llamados barrios marginados,
/ que no disfrutan de ningún privilegio
/ porque el hambre y la sed de sus estómagos los están disecando.
/
/ Muchas escuelas para educarnos,
/ varias universidades con mil profesionales
/ el intelecto disputando;
/ facultades que se crean para prevalecer el padrinazgo
/ del carrusel de los mismos políticos;
/ familias gobernantes del pueblo Pereirano.
/
/ Pereira, una ciudad con miles de sonrisas
/ y un libertador cabalgando;
/ varios parques, un zoológico, un aeropuerto
/ y muchas iglesias al Pereirano acompañando.
/ Avenidas, teatros repartidos entre el pueblo
/ y los señores seleccionados;
/ un ejército y fuerzas especiales
/ que por la seguridad están velando.
/
/ Un barrio empobrecido con casas de cartón,
/ llenas de miseria y añoranzas,
/ un barrio empobrecido y cien niños
/ con el hambre en sus miradas,
/ un asesino en una moto,
/ tres atracadores en mansalva,
/ los especuladores del pueblo,
/ cientos de desplazados;
/ procesión que marcha y marcha
/ y a nuestra Pereira siempre acompaña.
/
/ En los goces del festejo,
/ globos se elevaran por los aires;
/ conjuntos de bandas musicales y artistas
/ festejaran en gran contraste.
/ Mientras que locos, travestís, prostitutas y pordioseros
/ seguirán por nuestras calles;
/ mientras un gamín tumbara los mangos de los parques;
/ mientras todavía siguen con su danza boba
/ los tristemente llamados desechables.
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/ Y muchas prosas a Pereira Yo podría rimarle
/ para con sus alegrías y tristezas acompañarle.
/ Rimas para las caminatas y grandes cabalgatas,
/ rimas para las curules estampadas
/ y la política que nunca falta,
/ rimas para los artistas y el derroche de sus fanfarrias,
/ rimas para los conciertos y las comparsas
/ donde la gente se regocija,
/ y se olvida del hambre y la miseria
/ que también nos acompaña.
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/ JELPENSADOR
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