Geno, querida nieta mía,
/ un mes, un día y una hora
/ que no puedo concretarte por ahora
/ pues al ir a mirarle, de alegría
/ las agujas del reloj se desprendían
/ rodando por el suelo de manera
/ que saltaron del salón hasta la acera.
/
/ -La caracola-
/ Como si yo fuera la Dora cazadora,
/ resulta que en una playa me subía
/ a lomos de una enorme caracola,
/ y nada más apoyar mis posaderas
/ en lo mas relucido de esa esfera
/ empezó a darme vueltas la testera
/ -pensé que yo de miedo me moría-,
/ fuí perdiendo el equilibrio y me caía.
/ Miré y en la suave brisa percibía
/ las sonrisas socarronas de las olas.
/
/ -Una pera-
/ Pero un segundo después yo repetía
/ el reto que con tanto ahinco perseguía
/ aupándome a los lomos de una pera
/ !mas que una pera, una repera!
/ pues tan enorme era esa pera limonera
/ que por mucho que brincaba no podía
/ acercarme ni un poquito a su pechera.
/ Fuíme resbalando suavemente al suelo
/ en tanto que las hortalizas en la huerta
/ me miraban con asombro boquiabiertas.
/ !Cómo de mi fracaso se mofaban y reian,
/ sólo pensarlo de verguenza ya estoy muerto!
/
/ -La ardilla-
/ A pesar de este fracaso, no contento,
/ quise probar en un tercer intento.
/ Esta vez fue en un lugar de maravilla,
/ era un paraiso de pinos adornado,
/ allí me encontraba yo muy ilusionado
/ subiéndome a los lomos de una ardilla.
/ Pegué un pequeño brinco y ni te cuento,
/ sin tiempo para pensar me vi en su lomo,
/ !tan fácil que no salía de mi asombro!
/ al tiempo que aún desconozco como
/ si de un resorte se tratara en un momento
/ en un árbol me vi colgando de una rama.
/ Allí permanecí muerto de miedo y sin aliento
/ fue una eternidad, mas no sé el tiempo,
/ mientras percibía los cuchicheos de la grama.
/
/ -Moraleja-
/ Y al fin la cuarta vez lo que tanto quería conseguía.
/ Yo subía a mi alquería por la escalera al revés,
/ !por esa regla de tres, cuando bajaba, subía!
/ y aunque en el primer escalón yo tropecé
/ tomando impulso y apurando mi energía
/ conseguí resolver la embarazosa situación,
/ mientras me hacía la siguiente reflexión:
/ mi niña Geno, si abandonas, ya perdiste,
/ revisa ese sueño que algún día tu tuviste
/ persíguelo con decisión y no estés triste
/ y comprobarás que en una próxima ocasión
/ lo que con tanto anhelo deseabas, conseguiste.
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