Esa seda que vela tus preámbulos prontuarios
/ es la misma tela que te llevará a los avernos
/ donde las vivas mordidas de los gusanos
/ plegarán su fuerza con el pico de los cuervos.
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/ Las bestias del inframundo abrirán sus puertas en todos
/ los sucios rincones que la vida te ha proclamado.
/ No estarán sus pies en los bajos frutos de la huerta y
/ las pesadas uvas hastiadas morderán hasta tus manos.
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/ De esos pocos blancos y esos muchos negros que has vivido
/ te huirá hasta la sombra aunque no hayas permitido
/ una mínima raya oscura para tu paz eterna.
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/ Será pues tu calma tu propia condena.
/ Por ese puño de clavo que has atesorado y
/ bien o mal juzgado la parca te subirá al estrado.
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