Del sueño profundo las letras se escapan, del silencio y el anonimato son fugitivas, presente el insomnio arrebata la razón envolviéndome en la locura del corazón, palpando viejas pasiones con cada escrito que abriga renglones vacíos, como queriendo atrapar ese tiempo en la insensatez, de las palabras, errando en el pensamiento, dejando la ciencia a un lado, para gloriarse y regocijarse el alma en lisonjeras poesías y versos que ensanchan el pecho; quemarse en el fuego de lo prohibido, para que en el fin de cada jornada entre lágrimas, levantemos nuestros vestidos y volvamos a nuestras viejas obras con el sabor de cada añejo ósculo, que atesora el corazón.
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