Tu risa pertenece a un árbol entreabierto
/ por un rayo, por un relámpago plateado
/ que desde el cielo cae quebrándose en la copa
/
/ Bebamos juntos mago del verso
/ hasta que tus cuartos azules de Granada
/ transpiren la mora de las uvas.
/ Llevemos el canto general de tus honradas putas
/ con el asombro de dos náufragos ebrios y
/ el crepitar de patas de dos buzos ciegos.
/ anclados en puertos de muslos blancos,
/ con ancho paso de rosa engordada y
/ al borde delgado de la cepa, acariciándole la cintura.
/
/ Trae tu entusiasta honda para abatir los dientes de la tiranía.
/ Llueve esos crepúsculos donde el cristal sorbe la risa
/ y la copa sube su distancia infinita,
/ donde lloran mosto los pistilos del otoño.
/ Con tus dedos de labrador haremos la sucursal que siga socavando
/ el vientre de la tierra, el germen de palabra sin mensura,
/ donde el naranjo chorrea la sangre del durazno.
/
/ Te robaré a escondidas el alimento de la espiga
/ en asalto pirata a tus barcos oceánicos,
/ donde el salitre alimenta su metal de pura sal elaborado.
/ Como una saeta artesana de pueblo y libre gaviota
/ vuela tu sueño poeta de pataleo al nado de mi agua inquieta.
/ De tu isla negra traigamos la tormenta que dejó el suspiro en Tahití,
/ y que calmen nuestras sedes errantes.
/ Trae tus imprescindibles ojos de lupa gigante
/ de las bibliotecas de tus poemarios
/ donde reposan las hojas verdes.
/ Baja ahora compañero de tu celeste cuarto
/ hasta que la memoria del olvido
/ siga recordando tus letras eternas.
/ Ven con tu amor de avasallo,
/ las ruedas de tus trenes de cordillera
/ navegando los transatlánticos.
/ Trae tu Amor de Urrutia y carne.
/ Amor de Matilde en verso
/ Compañero...
/ Traigo otro vaso de tus parrales
/ para armar una ebria rueda de odres y fogata,
/ compartiendo la copa y el destino de los licores.
/
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