Has despertado en mi la inspiración
/ con tus perfectas pinceladas de pasión
/ que calan hondamente en el corazón.
/ Me flechó tu forma de ser, tus encantos
/ de exuberante mujer, que a kilómetros
/ colman mi sediento deseo de placer.
/ Eres la selecta mujer americana que
/ con su belleza y sensualidad a cualquier
/ ser existente sobre la tierra engalana.
/ Aún sin conocerte, en mí la curiosidad
/ despertaste, con cada atento detalle,
/ con palabras sutiles que al humano
/ más duro enamoran.
/ Cuando por primera vez vi tu fotografía
/ paralizaste mi aliento, robaste mi respiración,
/ siendo justamente lo que por años había
/ esperado.
/ Todo se ha ido dando paulatinamente,
/ sin fuerzas, sino a base de voluntad,
/ que incluye el compromiso de ser
/ siempre sinceros para no tomar
/ acciones a la primera.
/ Hoy gracias a ti me siento vivo,
/ lleno de vida y con arraigados
/ deseos de continuar, para un día
/ no muy lejano, llegarte en la práctica
/ amar, amar como tú divina mujer lo
/ mereces.
/ Sabes amor, me urge tenerte entre
/ mis brazos por vez primera, para
/ prenderme por horas y horas de
/ tus caderas, realizando sensuales
/ movimientos, al son de los latidos
/ del corazón.
/ Son pinceladas de pasión, que
/ en la distancia despiertas en mi,
/ con ansias locas de recorrer tu
/ cuerpo y anidar en él, haciendo
/ varias pausas en el recorrido,
/ para apreciar tus grandes monumentos
/ y de paso probar tus ricas mieles.
/ Con el paso de los días y tus certeros
/ aportes, he llegado a quererte, te has
/ vuelto parte esencial de mi vida, siendo
/ todas las mañanas en mis pensamientos
/ mi plato principal, el que nutre mi lírica.
/ Sublime musa mía, te espero como el
/ día al sol, para fundirnos mutuamente
/ atrapados por el fuego del amor.
/ Amor mío, envíame una señal, el
/ día que pases frente a mi ventana,
/ prometo saciar toda gana y deseo
/ de amar...
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